Hace tiempo que la huella del hombre en el mar es evidente, pero durante estos últimos años la problemática ha llegado a extremos insostenibles. Desde el Club nos gustaría contribuir a la reducción de la presencia de este material en el ecosistema marino. Por este motivo, le dedicamos este artículo.
El plástico se inventó a finales del siglo XIX, pero no fue hasta mediados del siglo XX cuando se empezó a producir a gran escala. Se iniciaba la cultura del usar y tirar, una forma de consumir, que aunque empezó relativamente tarde, ha provocado y provoca consecuencias alarmantes. El plástico tarda entre 500 y mil años en desaparecer, por lo que el volumen de residuos no para de aumentar.
El problema es especialmente amenazador para los ecosistemas oceánicos. Algunos datos:
Todos hemos podido ver imágenes de auténticos mares de plástico en los océanos. Son zonas donde hay más plástico en suspensión que plancton. La mayor se encuentra en el Pacífico y supera las dimensiones de Estados Unidos.
Las consecuencias, sin embargo, van más allá. Los residuos plásticos acaban introduciéndose en las cadenas alimentarias del ecosistema marino. Más de un millón de aves marinas y unos 100.000 mamíferos pierden la vida cada año. Muchos mueren asfixiados o mutilados porque quedan atrapados entre plásticos. Otros porque ingieren microplásticos, las partículas más pequeñas. La introducción del plástico en la cadena alimenticia también es un riesgo para salud humana.
Económicamente también es insostenible. La limpieza de los 50.000 km de costa y playa en Europa tiene un coste anual de entre 194 y 630 millones de euros. Provoca daños y pérdidas en el sector pesquero europeo de unos 61,7 millones de euros anuales y perjudica también al sector náutico.
Actualmente se recicla un 14% de los residuos de plástico que se producen en todo el mundo y solo el 2% es reutilizado. Muchas toneladas acaban en el vertedero.
Por todo ello, es necesario cambiar radicalmente la producción, el uso y la gestión del plástico a nivel global. En este sentido, el papel del consumidor también es clave. Escoger qué compramos, cómo lo transportamos y qué hacemos con el plástico resultante, que evidentemente no echaremos al mar, es una pequeña aportación para poder seguir disfrutando del mar. Algunos consejos: